Le ofrecieron trabajo en el Batallón de Santa Marta y desapareció
El 22 de mayo de 2018, Dairo Rivera se fue a reunir con un hombre que le prometía el trabajo. Desde entonces, su mamá lo ha buscado por cielo y tierra. ¿Desaparición forzada en Santa Marta?.
Cuando Dairo Antonio Rivera tenía 15 años, y apenas estaba en noveno grado, tomó su propia decisión de dejar de estudiar para rebuscarse la vida en lo que fuera y ayudarle a su mamá, María Ortiz, una vendedora de alegrías y cocadas, y a su hermanita. El afán del pan de cada día era más apremiante que el futuro prometedor del estudio.
Así era Dairo. Al menos así lo describe su mamá y algunos vecinos del barrio La Paz -cerca al hotel Irotama-, en el sur de Santa Marta, quienes lo vieron crecer siempre pensando en aportar para su familia.
Por eso cuando cumplió 18 años, no veía la hora de conseguir un trabajo más digno. Y, según le había contado a su mamá, “la virgen se le había aparecido”.
Dairo -que nunca daba un paso sin contarle a su mamá para que estuviera tranquila- le aseguró que un señor de apellido Castañeda le estaba ofreciendo trabajo, además de la oportunidad de expedir la cédula de ciudadanía. Tenía una cita que -según María-, cumplió el domingo 20 de mayo de 2018 en las instalaciones del Batallón Córdova (Primera División del Ejército, en Santa Marta), donde lo habían citado.
“El domingo, que fue la primera cita, mi hijo me llamó para decirme: mami, ya llegué al Batallón. Cuando salió, me volvió a llamar para decirme: mamá, ya estoy en la casa. Así era él, muy entregado a la casa, a la familia. Todo me lo decía a mí, a pesar de que ya era mayor de edad”, cuenta María, en declaraciones a Seguimiento.co.
La última vez que María vio a su hijo fue el martes 22 de mayo. Eran las 4:20 de la tarde y su hijo iba tarde para cumplirle la cita al hombre con quien ya se había reunido antes en el Ejército. “Yo le di $5 mil para los pasajes. Mi niño salió y me dijo: mami, ya regreso”. Dairo había sido citado cerca al aeropuerto de Santa Marta; desde entonces nunca más lo volvió a ver.
El sexto sentido de una madre
María recuerda como si fuera ayer la advertencia que le había hecho su hijo, que siempre era muy precavido. “Mamá, anote este número: 3217179248, para que llame si me quedo sin batería. Ese es el señor con el que voy a estar”, dijo la mamá, de quien solo obtuvo su apellido: el señor Castañeda.
Cuando ya eran las 6 de la tarde, algo en su interior le decía que su hijo no estaba bien, e intentó llamarlo. El celular aparecía sin señal. También intentó llamar al número que le había dejado anotado Dairo, sin respuesta alguna. Esa noche María no durmió.
A la mañana siguiente, la mujer recibió la llamada de regreso, y encaró al hombre con el que su hijo se había visto por última vez.
“Yo no sé quién es Dairo Antonio Rivera”, recuerda María que le respondía el señor Castañeda. –“Pero venga señora, ¿por qué no me da la dirección de su casa y yo le doy un apoyo”, dice María que le dijo el hombre. Le insistió varias veces que le dijera dónde vivía para ir a verla. Ella negó saberse su dirección y colgó el teléfono.
“Le dijo al investigador de la Fiscalía que él era del Gaula del Ejército”
A María le salieron ampollas en los pies buscando a su hijo. Día y noche se recorría las calles del Rodadero hasta el Aeropuerto buscando a su hijo. A quien le dijera algo, ella simplemente seguía el rastro con la esperanza de encontrarlo.
Durante ese tiempo, algunos le decían que lo habían visto pidiendo plata, otros que estaba como un “loquito” que se paraba en el Aeropuerto sin hacerle daño a nadie. “Algunas veces parecía que se burlaran, o me inventaran cosas, otras parecían ser ciertas y me llenaba de esperanzas. Pero nunca era mi hijo”, contó.
María daba a las personas unas señales clave para identificarlo: una pluma tatuada en su espalda con los nombres de ella (María) y de Enedis, la hermanita de Dairo. Las iniciales de ellas dos -las mujeres que le dan sentido a su vida- también las tiene tatuadas en la mano izquierda. Esas indicaciones nunca han servido de nada.
Por eso, tras el consejo de un conocido, el 5 de junio, cuando ya iban dos semanas sin que su hijo apareciera, se fue a la Fiscalía para interponer la denuncia por el delito de desaparición forzada. Allí contó todo lo que sabía.
En declaraciones a este medio digital, María relató que el funcionario que recibió su caso, de nombre Álvaro Herrera (del CTI), llamó al número de celular que le había dado su hijo y citó al hombre, horas antes de citarla a ella también.
“A él (Castañeda) lo citaron en el CTI, y le dijo al señor Álvaro Herrera que él era del Gaula del Ejército. El funcionario del CTI lo llamó a las 8 de la mañana y luego me citó a mí a las 2 de la tarde Me dijo que no tenía ninguna respuesta, y que el señor había dicho que era del Gaula del Ejército”, dice la mujer, quien además asegura que el investigador le sugirió que dejara eso así. Que ese señor Castañeda no tenía nada que ver en el asunto.
Otro nombre importante
María no entiende por qué su caso nunca ha avanzado en la Fiscalía 04. Sobre todo, que para la época en que dio a conocer su caso, ella tenía la posibilidad de rastrear el celular de su hijo a través de GPS. Le aparecía activo en varios lugares y cuando fue posible, las autoridades le dijeron que ella no era investigadora que dejara a los que sabían trabajar.
Tampoco entiende por qué, si ella solo tenía la pista del apellido “Castañeda”, el fiscal que citó a esta persona -la última que, al parecer, se había visto con su hijo- nunca le dijo cuál era su nombre completo. Con el paso del tiempo, el número de celular que su hijo le había anotado para que lo ubicara, aparecía desactivado.
Otra de las pistas que María tiene es que, de las muchas veces que le insistió al hombre apellido Castañeda, una vez le dijo: “¿por qué no llama a mi compañero, Holman Castillo Meléndez, que también pertenece al Batallón Córdova, por qué me molesta a mí solo?”. Ese nombre también lo anotó, pero nunca ha sabido qué conexión tiene, pues su hijo nunca lo mencionó.
Desde la desaparición de Dairo ya ha pasado 1 año, 8 meses y 25 días. A estas alturas, María solo pide algo: “quisiera saber si mi hijo está vivo o muerto… solo quiero saber algo concreto”.